EL BLANQUEAMIENTO DENTAL

La aparente simplicidad del blanqueamiento o aclaración del color dental, contrasta con la complejidad resultante de indicar y personalizar la técnica en función de muchos y muy diversos factores. Por otro lado, el blanqueamiento bien entendido no es, en modo alguno, una técnica aislada o independiente, sino un procedimiento claramente articulado en el entorno multidisciplinar de la odontología.

La creciente preocupación de la población general por la estética tiene uno de sus máximos exponentes en el aspecto de la dentición. Ha sido sorprendente el aumento en la demanda de blanqueamiento dental en la última década. Esta demanda ha encontrado respuestas bien diferentes entre los profesionales de la odontología. El caso más llamativo, por su oportunismo, ha sido el de las ofertas de blanqueamiento a precio de saldo, augurando unos resultados predecibles y uniformes y llegando a ignorar, en muchos casos, el estado previo de salud.

El blanqueamiento así concebido resultaría ser el paradigma del mercantilismo en la odontología y contrastaría, por fortuna, con el blanqueamiento elevado a ciencia, con un cuerpo doctrinal cada vez más sólido. En definitiva, lo que podríamos considerar el paradigma de la odontología más exigente, aquella capaz de blanquear los dientes de una manera eficaz y realista, una vez hemos controlado y o prevenido cualquier patología dental y periodontal.

Lejos de ahondar en el dilema resultante de identificar el blanqueamiento con un tratamiento o con un capricho baladí, lo cierto es que el blanqueamiento cura. Cura aquella discoloración capaz de limitar el gesto más saludable: la sonrisa. Es difícil valorar la relevancia de modificar el color dental, puesto el parámetro es siempre subjetivo. No le toca al dentista ese juicio, sino hacer su trabajo lo mejor posible, valorando opciones, tipos de discoloración, cambios objetivos de color, el estado periodontal, la presencia de caries y obturaciones filtradas, el componente parafuncional, las pérdidas de estructura dentaria, la hipersensibilidad dentinaria y un largo etcétera que termina por sentar la indicación de la técnica idónea para cada paciente. Este es el propósito de este texto.

Pedro Martínez Canut

 


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