Sonrisas vaticanas | Infomed Dental

Sonrisas vaticanas

La sonrisa de Juan Pablo I es la más natural de las de los tres últimos Papas, concluye una investigación de dos jóvenes odontólogas Ainara Abaitua y Aritza Brizuela, dos alumnas recientemente tituladas en Odontología por la Universidad del País Vasco, han presentado un estudio sobre la sonrisa de los últimos tres Papas que ha recibido una mención especial del jurado del Premio Influencia 2006 para jóvenes dentistas, organizado por el Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de Cantabria.

El trabajo de investigación, titulado ‘¿La sonrisa hace al monje? Estudio Morfológico facial y de la sonrisa de los tres últimos Pontífices’, recoge que la de Juan Pablo I es la sonrisa más natural, expresiva y agradable, la de Juan Pablo II, la menos natural, más forzada y aprendida, y la de Benedicto XVI, la menos armónica de las tres y su exposición dentaria resulta "agresiva", sobre todo por la marcada presencia de los dientes caninos.

El estudio establece una correlación entre los diferentes patrones morfológicos faciales y de sonrisa y los rasgos de la personalidad pública y privada de tres últimos Pontífices.



Un millar de fotos

Las autoras han realizado un análisis de las caras identificando las anomalías faciales locales y valorando cómo afectan a la sonrisa y al equilibrio facial en general. Para ello, han utilizado cerca de un millar de fotografías de los Pontífices, sobre las cuales han realizado mediciones del índice craneal, análisis labial y estudios de la dinámica labial y de la exposición dentaria, entre otros. Además, han confrontado una valoración de la personalidad de cada uno, obtenida de sus reseñas biográficas, con la descripción subjetiva de su sonrisa y del resto de estructuras faciales.


Ante la tendencia actual de lucir sonrisas perfectas, las autoras no creen que los tres últimos Papas hayan arreglado sus dentaduras. "Desde luego que Ratzinger, no; parece que ha tenido una enfermedad periodontal y no se cuidó en su momento", explica Abaitua. Por otro lado, sospechan que Juan Pablo II padecía bruxismo pero no recibió ningún tratamiento para corregirlo.

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