Hitler, el carnicero vegetariano | Infomed Dental

Hitler, el carnicero vegetariano

Sólo tenía cuatro dientes sanos. Sufría "enormes molestias para comer", y creía que la carne era perjudicial para la humanidad

"Son un caos de metal", dice el doctor francés que ha examinado las piezas. Los rusos se las llevaron a Moscú con el cráneo agujereado del suicida

La guerra química de Hitler

Desembarco de Normandía: las playas de la victoria aliada

La intérprete del Ejército rojo Yelena Rzhevskaya extendió su mano y el coronel Vassily Gorbushin le dio una caja y un mensaje: aquí están los dientes de Hitler y a partir de ahora respondes con tu vida de ellos. Era el 8 de mayo de 1945. Los soviéticos estaban haciendo trizas Berlín. Los edificios seguían ardiendo como antorchas «hasta tal punto que parecían estar cerca a pesar de la lejanía», según el relato de Rzhevskaya, que hasta tiempo después no sabría que en ese momento se estaba ratificando la rendición de la Alemania nazi. La caja «era de color rojo, la típica que se usa para regalar joyería barata». Y su contenido ha revelado ahora la verdad sobre lo que pasó con el líder nazi, e incluso sobre su dieta libre de carne.

Aquellos días la caja fuerte en la que los rusos querían guardar los dientes del Führer se encontraba en una unidad más retrasada, así que no había ningún sitio donde dejarlos. Tres días antes un soldado soviético había encontrado el cadáver de Hitler junto al de su mujer, Eva Braun, en el jardín de la Cancillería. Ambos cuerpos habían sido rociados con gasolina y quemados, siguiendo las órdenes de Hitler. Su cuerpo estaba irreconocible. «Pero la suerte jugó un papel importante: resulta que la mandíbula había quedado casi intacta».

La ayudante del dentista de Hitler fue llamada para examinar esos restos en una improvisada morgue en Buch, un suburbio de Berlín. Se encargó de encontrarla la joven Rzhevskaya, que formó parte de la expedición que en medio de aquel caos entró en la consulta del dentista. Allí, una aterrorizada enfermera (en un primer momento pensó que los dos mandos soviéticos venían a violarla) llamada Käthe Heusermann los guió hacia la consulta, en el interior de la Cancillería. Allí estaban todas las radiografías que hoy han servido para contrastar la versión oficial con la realidad médica. Para asegurarse, los rusos interrogaron varias veces a Heusermann, que fue obligada a recitar de memoria los dientes del dictador, cosa que hizo con un acierto del 100%. Fue entonces cuando Rzhevskaya, judía nacida en la actual Bielorrusia, abrió delante de los ojos de la alemana su caja de joyería barata para observar su reacción:

-¡Esos son los dientes de Adolf Hitler!

Ampliar Noticia

Su voto: Ninguno (1 vote)